Los mozárabes son los cristianos que permanecieron fieles a su fe a pesar de vivir en
territorios que habían sido conquistados por el Islam. Las invasiones germánicas supusieron una intrusión, pero esta tuvo
un cariz muy diferente ya que, en general, se adaptaron a las bases creadas por
el Imperio romano, se convirtieron al cristianismo y las etnias se fundieron
rápidamente. Sin embargo, la ocupación islámica derrumbó la unidad política y
religiosa y provocó una división dentro de la población cristiana. Algunos
preferirían someterse a las presiones, adoptando la lengua, las costumbres y la
cultura islámica. Otros no podían vivir como quienes no conocen a Cristo. Pero
los que querían mantener su fe estaban obligados a hacerlo en la
clandestinidad, como en nuevas catacumbas. A la población cristiana se le
garantizaba la vida, pero con una serie de condiciones. Los cristianos no
podían acceder a cargos públicos, sufrían confiscaciones de bienes e impuestos
especiales, vestían con distintivos y no podían casarse con mujeres islámicas.
La fe estaba obligada a encerrarse en un gueto; podía conservarse como
conciencia privada, pero el anuncio de Cristo estaba prohibido bajo pena de
muerte. Además, eran seductores los privilegios para los súbditos dóciles y
respetuosos, por lo que someterse al poder parecía la vía más razonable.
Los mozárabes constituyeron una minoría marginal de enorme vitalidad.
A mediados del siglo VIII, las comunidades más prósperas estaban localizadas en
torno a núcleos tan importantes como Córdoba, Sevilla, Mérida o Toledo.
Conformaron una comunidad original que supo conservar los rasgos definitorios
de su cultura hispano-goda y cristiana sin renunciar a participar en algunos de
los caracteres propios de los conquistadores. Entre ellos el arte. Es curioso
que, cuando desertaban hacia los reinos cristianos del norte, chocaban por sus
costumbres hispanogodas algo arcaizantes (ya que habían detenido su evolución)
mezcladas con cierta arabización. Pero a la vez, suponía una riqueza por la
recuperación de la cultura visigótica y los contactos con la cultura árabe. En
liturgia, por ejemplo, mantenían la gótica isidoriana, mientras que los reinos
cristianos seguían la liturgia romana. Estas comunidades habían asimilado e
incorporado a su cultura las aportaciones árabes que no iban contra su fe,
añadiéndole las influencias de los contactos con los cristianos coptos de
Egipto que vivían en condiciones análogas a las suyas. Pero vamos ya a centrarnos en la arquitectura.
Puede sorprender que la arquitectura característica de este estilo la
encontremos en regiones cristianas. La razón estriba en la emigración de
mozárabes a los reinos cristianos del norte, especialmente con las
persecuciones del emirato. De hecho, serán los templos edificados en zona
cristiana los que ofrezcan una unificación estilística diferenciada respecto a
la arquitectura asturiana.
Anota sus rasgos generales:
en vez de la tradicional planta basilical, muestra una tendencia a la
compartimentación rectangular del espacio con aire laberíntico, presentando las
puertas en los laterales. Los aposentos laterales se justifican porque de ellos
parte la procesión con la que se inicia la misa en el rito mozárabe. La amplia
nave iluminada constituye el recinto del culto comunitario. Las naves laterales
en penumbra están destinadas a los penitentes. Tienen iconostasios y canceles
que acotan la zona del presbiterio, exteriorizando la especial dignidad de los
oficiantes. Las cabeceras suelen tener planta rectangular al exterior y por
dentro de herradura. Los muros son de mampuesto irregular. Como soporte se
emplea la columna (más esbelta que la visigoda) y el pilar compuesto. Se
recupera el arco de herradura, con rasgos califales pero soportados sobre
capiteles de aire visigodo. Son frecuentes las cubiertas de madera a dos aguas,
pero lo más característico es el rico repertorio de bóvedas de cañón, de
aristas, y sobre todo la bóveda gallonada que suele cubrir los ábsides. Sobre
los aleros del tejado vuelan modillones de piedra.
Te invito ahora a que pasees conmigo por una serie de construcciones destacadas que tienes
que conocer si quieres adentrarte en el arte mozárabe. He seleccionado sólo
ocho, pero eso nos permitirá entrar en
algunos detalles. ¿Vamos allá?:
He afirmado hace unas líneas que la arquitectura mozárabe se construye
en zona cristiana. Sin embargo, la excepción la constituye la iglesia de Bobastro en Ronda (Málaga) ya
que se encuentra en territorio islámico. Hay razones históricas muy concretas,
la conversión de un jefe musulmán, Omar Ben Hafsún, hijo de muladíes (cristianos
conversos al Islam) y su retirada a esta región en el año 899, cuando se
convirtió adoptando el nombre de Samuel. Allí mantuvo su fortaleza hasta que
Alderramán III la tomó en el 928, poco después de morir Omar, cuyo cadáver,
según cuentan las crónicas árabes, fue desenterrado por Abderramán y expuesto
públicamente en Córdoba como renegado. Este es el contexto de esta construcción
excavada en la roca, con tres naves rematadas en ábsides con arcos de herradura
y fechable a primeros del s. X. Si te fijas en su planta, hay una gran
similitud con la de San Miguel de la Escalada. Parece que estaba prevista la
construcción de una cripta, que quedó inacabada con la ocupación.
De cronología más discutida es Santa María de Melque (Toledo), que
conjuga elementos romanos, bizantinos, visigodos y árabes en su planta de cruz
griega con ábside de herradura y transepto. ¿Revisamos algunas de las
aportaciones? Recuerda lo visigótico el arco de herradura y el arcosolio, sin
embargo hay otros arcos de herradura más pronunciados que ya hablan de estética
mozárabe, junto a las extrañas pilastras semicirculares del interior. Los
enormes bloques de granito ensamblados en seco recuerdan al romano Acueducto de
Segovia, mientras que son muy originales los rebajes circulares de las
esquinas. Sus escasos restos decorativos (filigranas de estuco en los arcos
torales) muestran influencias de Siria o Jordania. Comprobarás que se trata de
un edificio verdaderamente sorprendente.
San Miguel de la
Escalada (León) es uno de los mejores exponentes. Allí
había un monasterio visigodo ruinoso que fue ocupado por un Abad cordobés con
su comunidad. Hacia el año 914 hicieron una gran ampliación, pero sólo quedan
restos de la iglesia. Tiene tres naves separadas por arcos de herradura,
cubiertas con armadura de madera y tres ábsides de planta en arco califal. La
nave central queda cortada por la triple arcada del iconostasio. El elemento
más sobresaliente es el bellísimo pórtico de doce arcos enmarcados por un
característico alfiz corrido. Atento a su magnifica decoración escultórica en
celosías y capiteles en los que predomina la ornamentación vegetal (hojas o
palmeras), zoomórfica (aves picoteando racimos) y geométrica (mallas y
trenzados). La torre es ya del siglo XI y originalmente tenía tres plantas.
Tengo que mencionar también Santiago
de Peñalba (León), con planta de cruz latina con dos capillas en los brazos
de la cruz y dos ábsides contrapuestos, un dato muy extraño que sólo
encontramos en San Cebrián de Mazote y en el norte de Africa. De hecho, se ha
relacionado el doble ábside con la religiosidad norteafricana influida de la
herejía de los circunceliones (donatistas). Esta iglesia combina elementos
celtas en su decoración (símbolos astrales), visigóticos (arcos de herradura) y
árabes (cúpula gallonada que cubre el altar). En los muros del coro hay
curiosos grabados cuyo significado no se ha aclarado, puede tratarse de
estudios previos a los dibujos en papel (material muy preciado). Como es común
en estas iglesias, la espadaña está separada de la nave.
Santa
María de Lebeña
(Cantabria) fue realizada hacia el año 924 en piedra arenisca de la zona. Su
planta es un rectángulo muy compartimentado con naves separadas por pilares con
columnas adosadas (anticipándose al románico) que soportan arcos de herradura
mozárabes, apoyados en capiteles corintios con collarino doble de tipo
asturiano. Las cubiertas son bóvedas de cañón con diversas alturas y
direcciones, que al exterior asientan los aleros en modillones de
lóbulos mozárabes, con incisiones de rosáceas o esvásticas.
San
Cebrián de Mazote
(Valladolid) es el más impresionante
y el de mayores dimensiones. Su origen se debe a una comunidad mozárabe que
escapó de Al Andalus, por lo que se trata de una iglesia monasterial del siglo
X, de tres naves separadas por arcadas de herradura con transepto dividido en
tres zonas. Por su columnata y su iluminación parecería una primitiva basílica
cristiana, pero son mozárabes las plantas curvilíneas de los extremos del
transepto y la planta con arco califal en los ábsides, así como las bóvedas
gallonadas. Al igual que en Peñalba, posee doble ábside contrapuesto en forma de
herradura. Sus capiteles presentan una novedosa talla de trépano. Conforma otro
de los magníficos ejemplos del eclecticismo característico de este estilo, que
supo integrar las diversas influencias artísticas que se habían ido
sedimentando en España.
En Castilla, el famoso monasterio de San Millán de la Cogolla (¿sabías que en él habitó el monje y poeta
Gonzalo de Berceo?) conserva la iglesia de San
Millán de Suso, construida a partir de dos pequeñas salas cuadradas
yuxtapuestas, con dos naves paralelas. Es una iglesia de compleja evolución
histórica cuyos orígenes se remontan a una celda eremítica, un cenobio visigodo
y por fin un monasterio mozárabe consagrado en el 954. La nave principal tiene
bóveda de estilo califal y arcos de herradura. En el año 1002 Almanzor incendió
el edificio, con lo que se perdieron los estucos, pero será restaurado y
ampliado. Su suelo es el típico trabajo mozárabe de cantos rodados grises y
ladrillos rojos que forman rosetas y esvásticas, denominado alfombra del portalejo.
Para acabar, mencionar el eremitorio soriano de San Baudelio de Berlanga, quizá ya del siglo XI, que más parece una
torre que una Iglesia, con sus muros de mampostería apoyados en sillares, su
única nave central, el arco de herradura en la puerta y un interior sorprendente,
donde una única y gran columna central de corte islámico proyecta como una
palmera sus nervios repartiendo la carga de la cubierta cupuliforme. Una
tribuna sostenida por arcadas de herradura sobre columnas, con su propio altar,
ocupa la mitad de la nave. Por
cierto, no te he mencionado un detalle de importancia. La liturgia mozárabe
distinguía muy nítidamente entre el culto comunitario y la piedad privada, de
ahí la distinción entre unos espacios colectivos y otros más contemplativos.
Como el caso de esta tribuna, que se comunicaba al exterior por una puerta tan
alta que sólo se podía acceder colocando una escalera. Por otra parte, sobre el
machón central había una habitación secreta que quizá podía servir para guardar
los tesoros del templo, habitualmente expuestos a las incursiones de los
musulmanes, ya que este eremitorio estaba en tierra fronteriza.
ura.
Quiero simplemente agradecerte por la información que divulgás en este blog. Para mí, que soy una absoluta lega en la materia, pero apasionada tanto por el mundo medieval, como por la arquitectura, son oro en polvo. Tus exposiciones son claras, muy bien ilustradas (lo cual es esencial en este tema), y sobre todo, tienen una mirada amplia: arte en contexto es la única manera válida, para mí, de apropiarse del arte. ¡Muchas gracias!
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